Laura Pretto Vargas

El coraje no es silencioso. Es crudo, urgente y vivo.

 

En esta pintura, capas de amarillo fundido y rojos viscerales colisionan en un estallido de movimiento emocional. La pincelada es descarada —gruesa, circular y cargada de tensión—, transmitiendo la fuerza que no proviene de la certeza, sino de la decisión de seguir adelante a pesar del miedo. Hay un calor en el lienzo, un pulso inquieto que habla de resistencia interior, transformación y liberación.

 

Las formas más oscuras anclan la composición como heridas que han aprendido a respirar, mientras que los trazos más brillantes las atraviesan, como el aliento, como una ruptura. La paleta evoca fuego y carne, despertando algo ancestral en el cuerpo. El coraje reside aquí no como ausencia de miedo, sino como acción a través de él. Es el momento en que el corazón decide permanecer abierto, incluso cuando arde.

 

Esta es una pintura sobre sobrevivir a la tormenta y levantarse con manos temblorosas.

Se trata del fuego como curación y del miedo como prueba de que todavía estás vivo.