Laura Pretto Vargas

Deriva Etérea es una sutil inmersión en el espacio liminal entre los sueños y la memoria. La pintura se despliega como un suave aliento: fugaz, con múltiples capas y una profunda atmósfera. Tonos lavanda, malva, azul pálido y limón pálido se entremezclan en una delicada coreografía, creando una extensión nubosa que se siente a la vez íntima y expansiva.

 

Matices de un carmesí más intenso y óxido emergen como anclas emocionales en medio de la neblina pastel, sugiriendo momentos de intensidad en un campo por lo demás ingrávido. La superficie, animada por pinceladas expresivas y gestos amplios, captura una sensación de movimiento que parece casi suspendida en el tiempo, como flotar bajo el agua o a través de un vívido recuerdo inalcanzable.

 

Esta obra habla de la translucidez emocional del subconsciente: cómo los sentimientos se difuminan, se desvanecen y resurge. Deriva Etérea invita al espectador a renunciar a la lógica y a dejarse guiar por la sensación, el estado de ánimo y el instinto. Es un eco visual de ese punto intermedio donde el anhelo persiste y comienza la sanación.